Vida y muerte. Bien y mal. Luz y oscuridad. Ambas caras de la misma moneda. La existencia muestra los opuestos de una misma cosa. Este poema es un intento de expresar las luces y las sombras de la vida, ambas necesarias para vivir, para vivir plenamente.
Bello ángel
La vida se deleita sobre los márgenes del tiempo,
traspasando su frontera insaciable de conocimiento.
Vaga con entretenida demora
por vastas llanuras y estepas,
deteniéndose tras sus aromas.
Se recrea en los infinitos tonos celestes de día
y da vida al cielo nocturno,
para guiar nuestros caminos.
Se vierte con renovada frescura
de las altas montañas,
hasta los mares en su desembocadura y allí,
juega con las aguas formando olas y espuma.
Descansa y encuentra paz en manantiales y lagunas,
dicen que sus aguas puras reflejan la verdad.
Es madre de los bosques,
los cuales cosquillea,
para regocijo de sus verdes hojas,
coqueteando con sus frutos.
O mece, para entonar tan tenue y dulce sonata,
que exhala paz en los corazones.
Nadie aguarda su regreso, a nadie espera,
si ha de regalar un beso, lo hace con amplia sonrisa
y si ha de mirar a los ojos, lo hace con mirada fija.
No es temerosa de expresarse,
pero sabe cuando ha de retirarse.
En ocasiones fiel compañera de viaje,
otras tantas, huye con el viento donde no sabe nadie.
Nadie es su dueño, su alma es salvaje,
a veces es más esquiva cuanto más intentas aferrarte.
Frecuenta amistades sinceras
y corazones henchidos de bondades,
mas otros no le pasan desapercibidos a su amor,
que ella entrega sin restricciones.
Son los otros corazones, los que más la precisan 19
y cuando sus pobres almas están listas,
ella los recoge con su manto
para sanar sus dolientes espíritus.
No tiene piernas ni camina, pero todo lo recorre.
Purifica lo que toca y deja un vacío
al marchar a otro destino.
Deja tras de si añoranza por su regreso,
porque ella viene y va,
pero siempre vuelve.
O quizás nunca marchó del todo
y es tan solo nuestra fallida percepción,
quien no alcanza a ver los brotes que deja,
para tras su partida, renovarse y crecer en todo
y nunca dejarnos solos.
En su infinita gloria,
debe ser omnipresente en toda su creación,
la veo con deleite en cada gesto de amor.
Aparece cuando creadora y criatura
se funden en un sentimiento,
cuando dos miradas se cruzan y se hablan desnudas,
cuando recogerse en unos brazos,
es el mejor consuelo
o cuando se encuentran las palabras,
que sustituyen ese abrazo.
Cuando dos almas se conocen
a través de un íntimo y apasionado beso.
En la felicidad que da ser testigo
de la fugaz inocencia pueril,
con su sonrisa que tanto encandila.
Está muy presente en el enamorad
que se deja llevar por su amor,
como en un torrente de fuego y llamas,
cuando desbocado el corazón,
ardiente el pecho y candente el rostro,
piensa en la amada y de su mirada vuelan pavesas,
que provocan incendios descontrolados.
Si alguna vez un instante se detuvo ante tus ojos,
fue ella quien logró tal hazaña y tan bello lo entrega,
que deja marcado al ser,
que no olvida en vidas venideras, tal presente.
Fluye entre las caricias
que se dedican las pieles desnudas en un lecho
y en el clímax,
mana de ellas como fuente de manantial,
para sofocar la sed
provocada por dos fogosos corazones,
que cuales tambores de guerra,
se agitaban al unísono en un único repique
y que pacen ahora, ya dóciles y saciados,
con un manso ritmo, siempre al unísono,
como uno solo.
Cuando hasta las estrellas se estremecen por tu dolor perdiendo su luz,
ella encontrará respuestas.
Será bálsamo para tu alma
y con renovado esplendor,
lustroso lucirá de nuevo tu espíritu,
emanando tal luz,
que las estrellas tendrán a bien imitar su fulgor.
Nacerán nuevos astros y de nuevo
se iluminará el cielo
y será tal la claridad,
que podrás ver con nitidez desde el cenit al nadir.Es traída con el viento todas las primaveras,
levantando campos de flores sobre las llanuras,
alterando las emociones que brotan de los cuerpos,
como semillas germinadas lo hacen de la tierra.
Denota actividad en su flora y fauna,
las plantas se alzan para gobernar sus reinos
y los animales, embriagados por un repentino cariño,
se apartan gustosos para amarse furtivos.
En verano, nos incita a ella
en un derroche de generosidad,
alargando sus días,
dejando que su vasallo, el astro rey,
bañe nuestra piel con su energía,
templando sus aguas,
para sumergirnos en la intimidad de sus lágrimas.
Sorprende en los otoños
con su amalgama bien diseñada,
tejiendo una paleta de colores
que cautiva los sentidos y los corazones,
llenando sus caminos
de marrones, rojos, amarillos
y algún verde ya palidecido.
Adornando las copas más altas
con las primeras nevadas,
que se sacuden las vestiduras
en pequeñas cascadas de polvo blanco,
con sacudidas de sus ramas y otras florituras,
orquestadas por el viento o víctimas,
de la actividad de sus habitantes.
Viste de seda blanca los campos en invierno,
otorgándoles notoriedad y elegancia
con su inmaculado manto.
Consigue detener el tiempo,
para que sus aguas luzcan siempre
brillante platino en el crepúsculo
y claros espejos del cielo nocturno, al llegar la luna.
Reúne almas entorno hogares de fuegos vivos
y se manifiesta en conversaciones e historias
que dichos moradores comparten,
junto al tintineo de sus copas y el calor de sus llamas.
Arroja la gallardía del que se sabe único y hermoso,
con la confianza de ser siempre arte,
se desparrama incontenible
y empapa cada segundo de su creación,
dando todo lo que tiene, mostrándose como es.
Constante, siempre sigue su cauce
por donde menos resistencia ofrece,
valiente, innova a cada instante para nunca perecer.
Su creación es todo y ese todo,
es patio de recreo de curiosos,
germen de fe para los incrédulos,
esperanza para los perdidos
y felicidad para los vivos.
Astuta diabla
¿Qué me ofreces ahora astuta diabla?,
yo que he velado toda tu creación,
los placeres mundanos resultan agrios
a mi sobreexcitado paladar.
El dolor visita este feudo tan a menudo
que ya ni me asusta, ni me sorprende su presencia,
es para mi hogar,
un familiar más sentado a su reconciliador fuego.
Guárdate de embelesarme
con esos mal llamados tesoros
que ciegan y enferman a los hombres,
con sus brillos dorados,
pues sé bien que, al caer el sol,
con la luz crepuscular del ocaso,
más humilde y sosegada, no son tales
y que más tarde, en el claro de luna
son definitivamente desenmascarados
ante la mirada de aquel, que ahora,
sin estafadores destellos por medio, ve con claridad.
Es bien cierto que,
aquello que se levanta con una cara
y se acuesta con otra diferente,
es tan solo polvo entre las manos,
ligero, volátil, perjudicial humo.
Cuídate, pobre diabla, de entregarme con malicia
a pasiones que me hacen sentir y des-sentir
con el fulgor y la fugacidad del rayo,
pues como este, a su paso,
dejan terreno yermo insensible e infértil.
Con cada ilusión,
seguida de su respectivo desengaño,
se ara un surco,
una cicatriz donde habita la indiferencia,
ni se padece, ni tampoco proliferan nuevos frutos,
volviendo el alma vacía e inservible.
No me tientes si no es para enardecer mi espíritu,
no me sacia tu brevedad y a menudo,
me empalagan tus francas lecciones.
Reverbera tu optimismo en mí,
como un exasperante chascarrillo, del que creo,
solo tú gozas reír.
Me inquieta el modo en que con sutil talento,
haces esperar tras delirantes ansiedades
por algo que,
ni siquiera sé si será de mi complacencia.
Es perturbador ver como insuflas coraje
para luchar por causas que, de sobra sabes perdidas.
Pero te deleitas viéndonos caer
y haces tus apuestas sobre cual uno o cual otro,
será tan ingenuo de volver a levantarse,
pues si lo hace,
allí estás de nuevo con tu supuesta chanza.
Ya no me deleitan los colores de tu tan bella creación
ni me estremecen sus melodías,
me atormentan las sombras tras los primeros
y me enloquece el eco, que resuena de las segundas.
No me seducen tus néctares,
pues todos ya mastiqué hasta hacer bola
y escupí indiferencia.
Líbrame de experimentar tus sabores,
pues ya me los conozco.
Déjame de arduos aprendizajes
que no llevan a sabiduría alguna,
no me amagues la chistera
y muestra lo que solo tú ves.
Llévate lo complicado, que de eso,
ya bebí grandes sorbos hasta la embriaguez,
ahórrate tu extensa e intrincada oratoria,
dispuesta en suave seda y fino lino,
pues prefiero ser parco en palabras,
así como en sentidos.
Déjame en su lugar lo sencillo, lo simple,
lo único que portaba cuando me conociste.
Siento que a mi corazón,
le sobra todo lo demás que le diste.
Nunca entendí por que con perenne dedicación
nos entregas primaveras que sabes caducas,
ni porque tu miel, es a la vez tan dulce como escasa.
Creo que nos proporcionas recuerdos
para mantener altivos nuestros corazones,
así como ocupadas nuestras mentes
y no te imploremos entre sollozos,
cada instante que con pasmosa frialdad nos robas.
Eso haces, nos agasajas,
nos brindas simple bálsamo para mortales heridas,
son meras ilusiones y espejismos.
Me conmueve eso que intentas pero,
¿acaso no ves que con tus artimañas y fechorías,
confundes las mentes
y consumes los espíritus más entregados?
¡Oh, gran mar de caprichosas aguas!,
¿no sería mejor que nos mantuvieras siempre
en la cresta de tu ola,
en lugar de engullirnos para luego escupirnos,
tan solo para el divertimento de que veas
como hacemos para salir a flote con cada envite?
¡Oh, gran desierto de arenas blancas!,
¿no sería mejor que nos cubrieras siempre
los ojos con tormentas de tu pura arena,
para así cegados,
no desear nunca con desenfrenada lujuria,
los frutos que jamás nos pueden ser entregados,
en lugar de tenernos sufriendo por algo que,
se nos enseña tanto como se nos quita?
¿Es que no es posible?,
¡oh fructífera y omnipresente diosa
que todo lo puede!
¿Acaso no nace el sol siempre por el este
y su ocaso es al oeste?,
¿por qué para algunas cuestiones
eres tan férrea y aguerrida y en otras,
para con nosotros que también somos tus hijos,
tan titubeante y concesiva?
¿Acaso es eso?,
¿es que hay otras fuerzas a las cuales te debes
y has de permitirles lidiar,
de tanto en tanto, con nuestro sino?
¿Acaso no sería virtuoso el hombre
que no dependa de tales fuerzas, sino de sí mismo?
¿que fuera regalado desde el comienzo
con la certeza de cuál es su sitio, cuál su verdad?
¡Oh madre! se benévola con nosotros,
no nos permitas renegar de tus artes
y caminar a la oscuridad.
Déjanos ser dignos de nuestros talentos como tú,
al menos, en lo fugaz de nuestro tiempo en tu reino.